martes, 18 de noviembre de 2008

Consumir fresas para estar más sanos

Las fresas y los fresones crecen en el fresal, planta que pertenece a la familia de las Rosáceas y al género Fragaria. Esta familia incluye más de 2.000 especies de plantas herbáceas, arbustos y árboles distribuidos por las regiones templadas de todo el mundo. Las principales frutas europeas, además del rosal, pertenecen a esta gran familia. Las fresas y los fresones son unas de las frutas más apreciadas y evocan el inicio de la primavera.

Se conocen en el mundo más de 1.000 variedades de fresón, fruto de la gran capacidad de hibridación que tiene esta especie.

Según las variedades, los fresales florecen desde finales del invierno hasta principios del verano, por lo que los frutos maduran durante toda la primavera y bien entrado el verano; desde el mes de marzo hasta julio. Estas frutas desprenden un perfume inconfundible cuando se encuentran en su punto óptimo de consumo que les hacen reconocibles a distancia. El calor, el transporte y la humedad son sus mayores enemigos, deteriorándose con suma facilidad debido a su estructura delicada, tierna y poco consistente.

Las fresas y los fresones son frutas que aportan pocas calorías y cuyo componente más abundante, después del agua, son los hidratos de carbono (fructosa, glucosa y xilitol). Destaca su aporte de fibra, que mejora el tránsito intestinal. En lo que se refiere a otros nutrientes y compuestos orgánicos, las fresas y los fresones son muy buena fuente de vitamina C y ácido cítrico (de acción desinfectante y alcalinizadora de la orina, potencia la acción de la vitamina C), ácido salicílico (de acción antiinflamatoria y anticoagulante), ácido málico y oxálico, potasio y en menor proporción contienen vitamina E, que interviene en la estabilidad de las células sanguíneas y en la fertilidad. La vitamina C tiene acción antioxidante, al igual que la vitamina E y los flavonoides (antocianos), pigmentos vegetales que le confieren a estas frutas su color característico. La vitamina C interviene en la formación de colágeno, huesos y dientes, glóbulos rojos y favorece la absorción del hierro de los alimentos y la resistencia a las infecciones. El ácido fólico interviene en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la síntesis material genético y la formación anticuerpos del sistema inmunológico. El potasio es necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso, para la actividad muscular normal e interviene en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula.

Las fresas apenas aportan calorías (30 kcal/100 g), por lo que resultan muy recomendables para personas con regímenes alimenticios bajos en calorías.

Son una excelente fuente de vitaminas antioxidantes, vitamina C, betacarotenos y vitamina E, que nos protegen de la acción de los radicales libres implicados en el envejecimiento celular, cáncer y otras enfermedades como la aterosclerosis.

Contienen agua en elevada cantidad, hidratos de carbono en proporción moderada, calcio, hierro y potasio y cantidades mínimas de proteínas, grasas. Así mismo son una buena fuente de fibra alimentaria.

En su composición están presentes una serie de sustancias no nutricionales que, sin embargo, realizan interesantes y saludables acciones sobre el organismo.

Su color es debido a la presencia de unos pigmentos vegetales llamados antocianos que también son responsables de sus propiedades antioxidantes. Al mismo tiempo son diversos los ácidos orgánicos que contiene como ácido salicílico y oxálico.

La leche de almendras

Se trata de una bebida nutritiva y de suave sabor, cuya riqueza en proteínas y minerales es comparable a la de la leche de vaca. Se puede usar como suplemento dietético en los casos en que se precisa un mayor aporte de nutrientes, e incluso, como sustituto de la leche de vaca.

La leche de almendra es una bebida refrescante, rica en calorías y nutrientes, mucho más apropiada para los niños que la mayor parte de los refrescos que habitualmente se consumen. Especialmente recomendada a los niños nerviosos o con problemas de concentración, ya que su riqueza en ácido linoléico y en fósforo favorece el rendimiento intelectual.

El único inconveniente de la leche de almendra en los niños, es que aunque aporta suficientes proteínas, grasas y azúcares, contiene menos calcio que la leche de vaca o materna. Por ello, no se puede usar de forma exclusiva en la alimentación de los lactantes, sino solamente como tratamiento durante un tiempo limitado.

¡El Problema Mundial!