miércoles, 23 de mayo de 2007

El Perdón...



La palabra perdón se compone de otras dos: Para y Dar.

Pues el que perdona se da más a sí mismo. Perdonar es el camino a la liberación, el que auténticamente se libera es el que perdona, echando de su alma el rencor y la venganza, pasiones que envilecen y consumen. Al perdonar no podemos cambiar el pasado, pero cambiamos el presente y el futuro.

Emmet Fox dice en su libro “El Sermón de la Montaña” que cuando guardamos resentimientos hacía alguien, estamos unidos con esa persona por una cadena más fuerte que el acero. Si de verdad queremos separarnos de ese alguien lo mejor es soltar cualquier sentimiento negativo hacia la persona e intentar verla como un ser más en el cosmos de Dios.

“Perdonar es un instrumento de compasión que nos libera de nuestras viejas heridas y resentimientos, eliminando por completo el complejo de víctima”; Rev. Rebeka Pina.

El hecho de perdonar no quiere decir que estamos condonando la acción y menos aún que estamos dispuestos a que nos vuelvan a lastimar. Muy importante también es perdonarnos a nosotros mismos. Solemos ser muy críticos y severos con nosotros mismos. Debemos aprender a soltar el remordimiento y a perdonarnos.

¿Cómo sabemos que ya hemos perdonado de verdad?

Si podemos recordar el suceso y no sentimos el más mínimo dolor, malestar o cualquier sentimiento negativo, quiere decir que ya nos hemos liberado de esa atadura. El no recordar el suceso o el agravio es porque lo hemos ocultado en lo más profundo de nuestro ser para no sentir dolor. Sin embargo cuando algún evento nos lo hace recordar, surge a la superficie causándonos más y más dolor. Tenemos que resolver el conflicto.

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